miércoles, 29 de septiembre de 2010

LA GÁRGOLA CERS - RESORT




(Inspirado en las pesadillas de Antonio Linares, de su columna CREARADICCIÓN, agosto 2010)



Hoy inauguramos por fin nuestras nuevas instalaciones y estamos convencidos de que va a ser un éxito. De hecho ya tenemos todas las habitaciones reservadas y algunos interesados en lista de espera.

Cuando iniciamos esta aventura volcamos todo nuestro entusiasmo en el proyecto, convencidos de que cuando se trabaja por el bien común la respuesta siempre es positiva. Aunque jugábamos con ventaja puesto que conocíamos la necesidad de nuestro programa de primera mano.

En LA GÁRGOLA CEDRS - RESORT, (Centro de Educación, Desintoxicación y Reinserción Social), solo hay una condición para aprovecharse de nuestros servicios: Ser quiosquero. Imprescindible ya que todas las terapias están orientadas a la desintoxicación y posterior recuperación de los cerebros dañados por años de desgaste. Aunque nuestras sesiones puedan ayudar a otros sectores decidimos especializarnos en los vendedores de prensa, pues nos pareció un colectivo que requería ayuda urgente.

Como no quiero que la ilusión por el proyecto embelese mis palabras, me limitaré a enumerar las actividades que hemos diseñado y que se anuncian en el tríptico promocional de nuestro centro. Veréis que algunas de las terapias son duras y que requieren mucha fuerza de voluntad, pero son la única alternativa si queréis volver a ser personas normales sin adicciones que os encarcelen. Nosotros ponemos los medios, vosotros las ganas de reinsertaros.

1er DIA: CV - CÁMARA VACIA. Horario: de 6:00 a 22.00 h.
La CV, es una estancia de 10x10 metros insonorizada y con una iluminación tenue que solo contiene un W.C. situado en el centro. Al paciente solo se le suministran bebidas isotónicas durante su permanencia en la sala y por unos altavoces integrados en el techo se programan sonidos acuáticos, como el de abruptas cascadas, grifos abiertos y ríos que fluyen burbujeantes.

En este ambiente insólito, el paciente podrá escuchar a su organismo y liberarlo de la tensión y la opresión de su vejiga. Cuando quiera, cuando el cuerpo lo pida, tendrá a su disposición un moderno excusado donde dejarse ir sin pedir permiso. Al mismo tiempo que toma consciencia de la existencia del vacío en un espacio diáfano donde mire donde mire, no le devuelve la mirada ninguna Hello Kitty impresa en cartones. También y no menos importante Belén Esteban no vigilará sus movimientos.

Al ser la primera fase, al terminar, algunos pacientes lloran desconsolados y dan mil gracias por el bien que les hemos hecho.

Otros, los casos más graves, se desmoronan y quieren abandonar la terapia. Así que para controlar su adicción los encerramos durante una hora en un cuarto minúsculo, lleno de paquetes que les impiden moverse. A modo de "descompresión" esta reclusión les ayuda a superar el trauma.

2º DIA: AULA DE EMPATÍA PROPIA Horario: de 9:00 a 12.00 h. y de 17:00 a 20:00 h
Supervisado por los mejores psicólogos, esta terapia grupal, ayuda al individuo a exponer sus preocupaciones por turnos. Por una vez, los demás escuchan en lugar de hacerle receptor de desgracias ajenas. Durante veinte minutos, el paciente explica a los demás que dolencia tiene, los problemas que le acucian y sus congojos personales y de su familia. Durante este tiempo, el quiosquero aprende que él también importa y recupera su derecho a la compasión. Por una vez se convierte en el protagonista y durante su turno nadie lo utilizará como esparring al que boicotear el ánimo a base de basura ajena. Así superamos el síndrome de "Máquina Expendedora" que cada cinco minutos tiene que soportar situaciones incómodas escuchando desgracias de gente que no conoce. A la afirmación de: ¡Es que yo estoy muy mal! ¡Usted no sabe lo mal que lo estoy pasando!
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Les enseñamos una consigna que los inmuniza frente a dichas agresiones gratuitas y con la que acabamos la clase: ¡No me importa una mierda!. Gritamos todos al unísono, ¡Yo también tengo un grano en el culo y quiero que se sepa!

El resultado es tan satisfactorio que los asistentes siempre nos felicitan y se van a descansar hasta la noche, donde les programamos una visita guiada por la residencia para que se sientan más a gusto.

3er DIA: AGENDA MUERTA. Horario: de 10:00 a 24.00 h.
Esta es una fase muy dura donde se apoya al residente con estímulos radicales y donde si no se cumplen los objetivos castigamos al individuo sin cenar.

Una vez abierta la agenda se pone a disposición del enfermo un teléfono con tarifa plana, con el objetivo de que restablezca relaciones con amigos y familiares con los que hace tiempo perdió el contacto. Para ayudarlos con la tarea les suministramos un planing mensual para que anote sus citas y organice los encuentros. Durante todo el tiempo que dura la sesión estará acompañado por especialistas del centro para asesorarle en el proceso de superar los miedos y descolgar el teléfono para llamar a gente que os olvidó, porque nunca podíais quedar. Al principio siempre están desmoralizados y algunos se niegan por miedo al rechazo. Como soporte, los abofeteamos hasta que descuelgan el auricular y marcan el primer número de la agenda.

4º, 5º y 6º DIA: VIVE LA VIDA LOCA Horario: de 24:00 a 7.00 h.
Este ejercicio se puede realizar en solitario aunque nosotros recomendamos organizar pequeños grupos de trabajo donde el equipo ayude a superar cualquier síntoma de debilidad.

Durante tres noches seguidas se les transporta al barrio con más ambiente fiestero de la ciudad y se les abandona a su suerte con un talonario de entradas a los lugares más bulliciosos de la vida nocturna.
Como auténticos supervivientes deberán superar tres noches de ocio desmedido, sin la acuciante amenaza del madrugón acostumbrado. Podrán beber, bailar y relacionarse sin mirar el reloj, del que les privamos, para controlar la hora de irse a dormir. También se recupera la sensación de ser un individuo normal, que compagina trabajo con diversión y ayuda a disipar el miedo a no levantarse a la hora.

Si alguno se hecha a tras o pasada la media noche se pone ñoño, el resto del grupo tiene permiso para insultarle llamándolo muermo y se le obliga a pagar las copas.

7º DIA: DUERMOTERAPIA Horario: de 6:00 a 12:30 h.
Para contrarrestar los efectos del desenfreno al que les conducimos.
El séptimo día, Domingo, el paciente es atado a la cama hasta el mediodía induciéndolo al sueño mediante sustancias secretas que lo mantienen en un placentero estado de letargo para evitar que se resistan a la imperiosa necesidad de levantarse después de escasas horas de descanso.

En el caso de que las rampas y los dolores musculares sean insoportables se concederá al paciente la oportunidad de cambiar de postura, eso si, sin levantarse hasta finalizar la sesión.

Transcurrida la primera semana de terapia se realizará una entrevista privada para valorar el estado real de cada residente. Se completan varios test que confirmaran el grado de desintoxicación y el resultado de las medidas de integración en la sociedad. Si la valoración es buena, nuestro centro, le invita a seguir con el tratamiento en una segunda fase. Donde esta prohibido bajo riesgo de expulsión, acercarse a cualquier publicación, ver cualquier noticiario y hablar de trabajo durante al menos un mes.

Solo optarán a las plazas aquellos residentes que previa analítica de sangre y orina estén completamente limpios de residuos de tinta en su organismo. La mala leche también se tendrá en cuenta en el momento de la selección.

En LA GÁRGOLA CDRS � RESORT tenemos vocación de servicio, y por eso programamos estancias personalizadas para casos especiales. Solo tienes que exponer tu caso a uno de nuestros operadores, que tras asignarte un código, rellenará tu ficha.

Para más información sobre tarifas y reservas consultar en:

www.lagargolaimpasiblecdrsresort/info.cuestionario/registro.com


Atentamente.
La dirección.

viernes, 10 de septiembre de 2010

LAS REGLAS DEL JUEGO



"A la memoria de todos los quiosqueros que se han visto forzados a cerrar sus negocios por no poder elegir un servicio adecuado a sus ventas."



En aquel sótano del barrio viejo de la ciudad, la humedad espesaba el aire intoxicado por las volutas de humo de habano que alguien saboreaba.

Cuando llegamos, mi padrino, se limitó a mostrarme una silla vacía frente a una mesa desnuda. La débil luz de la lámpara colgada sobre los muebles no llegaba a descubrir los rincones de aquel antro, pero bastaba para dibujar el rostro de un hombre silencioso que esperaba sentado en otra silla, al otro lado de la mesita.

Al fondo, desafiando la penumbra; brillos, sonidos y sombras que se desplazaban me confirmaba que había más gente que me observaba, pero al no verlos con claridad, me parecía un enorme monstruo con varias cabezas y múltiples brazos que se agitaban nerviosos.

Mi anfitrión puso su mano sobre mi hombro, sin afecto e hizo un gesto para que me sentara. Al hacerlo, el rostro del otro implicado quedó a la altura de mis ojos y nos miramos con curiosidad escudriñando más allá de las pupilas. No nos conocíamos, jamás nos habíamos visto pero en ese instante yo supe de él, y él de mí y nos comprendíamos sin lagunas, llegándonos al alma el uno al otro con un lazo perpetuo.

Un objeto entró en escena, algo negro, duro y metálico que dejaron sobre la mesa. El revolver había quedado con el cañón apuntando hacía mi pecho con un mal presagio poniendo a prueba mi temple. Respiraba nervioso, el momento se acercaba y aunque los acontecimientos se precipitaban, todo parecía pasar con lentitud, fraccionado como en los sueños.

El responsable del tugurio explicó con voz pausada cual eran las reglas de juego, y su voz rasposa y profunda, produjo un leve eco en la estancia.

Antes de que las circunstancias me llevaran a aquella situación de oscuro final, un tipo como yo, jamás pudo pensar en verse envuelto en tan terrible paradigma. Fueron los malos tiempos los que me arrastraron hasta aquella inusual escena. Meses de mala racha, medidas desesperadas que no solucionaron mis problemas, callejones sin salida que me conducían como en un laberinto en el que se ha olvidado el camino de vuelta hicieron que ahora me sentase frente a un desconocido que encontró otro laberinto que no supo descifrar. Y ahora, los dos, en silencio, escuchábamos las últimas palabras que enumeraban las reglas en las que se basaba el espectáculo de aquel circo romano.

En realidad, no hacía falta saber más que se trataba de: él o yo, del azar y de tenerlos muy bien puestos. Si todo salía bien, podría dejar el sótano y seguir con mi vida durante algún tiempo. Hasta el próximo encuentro.

Saber que mi oponente era quiosquero, como yo, que sus motivos eran parecidos a los míos y que lo que pasara aquella noche afectaría a sus allegados fuera cual fuera el destino que eligiera el proyectil del revolver, no me ayudo a empatizar con el tipo. La decisión estaba tomada y ya era tarde para echarse atrás.

Lo más sórdido de la velada era intuir como los espectadores se frotaban las manos y mostraban los dientes con grandes sonrisas de satisfacción. Ellos dirigían aquel teatro de títeres de abyecto libreto, donde solo sabían representar tragedias. En sus manos estaba la elección del bufón de turno que les distrajera la velada, quitándose dos problemas de una sola vez. Por un lado tenían un quiosquero menos y por el otro a un quiosquero acojonado que resultaría aún más sumiso. Ellos tenían tiempo y recursos para minar la moral de aquellos miserables con continuos avisos sobre sus intenciones. Hacía tiempo que ya no necesitaban una red de distribución como antaño, ahora les sobraban colaboradores. Así que idearon una fórmula de desgaste, acortando plazos de pago, obligando a asumir lotes de género obsoleto y rebajando comisiones con el fin de hacer inviable la gestión de sus subarrendados. De esa forma, con la paciencia de los lobos, desgastaban la moral de los elegidos sin tener que entrar en conflictos legales y dar explicaciones de cual era su intención real.

Si a pesar de todo, el quiosquero se resistía y seguía luchando, cumplía con los pagos, se mantenía callado y se aferraba a los contratos firmados, unos hombres de traje gris, le visitaban cuando estaba a solas con un ultimátum que debía zanjar la cuestión.

 Por cabezón, te has ganado el derecho de disfrutar de nuestros servicios, unos meses más.- Le decían sin quitarse las gafas oscuras ni aun dentro del local - Lo malo es que en esta zona sois demasiados y a nosotros con un solo vendedor nos basta, así que tendrás tu oportunidad, eso si tienes redaños.

Entonces le explicaban, de que trataba el juego, una trampa vil donde ellos no se ensuciarían las manos y que abocaba al desgraciado a una lucha final por su bienestar.

Enfrentándose a un semejante, en la penumbra de un lugar incógnito, en un combate desesperado por la supervivencia, la fortuna decidiría quién seguía adelante y quién no.

Para los capos aquello era un divertimento, al día siguiente celebrarían tener una preocupación menos que perturbara su rutina y con despreocupada malicia mandarían a los hombres de traje gris a visitar al nuevo candidato que amenizara sus noches de desenfreno. Tenían de sobras donde elegir y les convenía hacer limpieza, liquidar sus cuentas minimizando sus perdidas. Haciendo que otros se la jugaran por ellos.

Era mi turno, con mi garra de gárgola, sujeté la pistola y amartillé el percutor apoyándome el cañón en la sien. O él, o yo. En aquel barrio solo debía de quedar uno.