jueves, 26 de agosto de 2010

DURA, LO QUE DURA DURA



...Y después del éxtasis, si no hay amor, queda el vacío. Es como beber por beber o reír los chistes del gracioso de turno por compromiso. Las cosas hay que sentirlas, acariciarlas y sobre todo disfrutarlas, de lo contrario no solo no se aprovechan si no que te amargan la existencia.

El espíritu luchador e independiente de la Gárgola, difícil de domesticar durante décadas, encontró la horma de su zapato cuando se instaló en el quiosco. Pensaba que por fin su errática vida tenía un pequeño oasis donde establecerse y asegurarse el sustento. Como era su decisión no le importó encadenarse a horarios terribles que empalmaban días y días alejándole de la vida libertina que llevaba hasta entonces. No se amedrentó ante la dificultad y se mantuvo firme y autoritaria cuando las cosas se torcían, demostrando su talante dispuesto y siempre resolutivo.

Cuando algo no le pareció justo, se enfrento con quién fuese el responsable, exigiendo la pertinente rectificación. Apeló a organismos, alzó la voz y reunió aliados... Pero al final, siempre volvía sola a sus quehaceres, cada vez un poco más exhausta, y los años pasaron tan deprisa que cuando quiso darse cuenta la juventud le había abandonado, y aunque rica en experiencia su energía ya no era la misma.

Para colmo de sus males llegaron las vacas flacas (Según el libro sagrado siete años de penurias) y se dio cuenta demasiado tarde de que el abrevadero de su espíritu estaba casi seco.

Con urgencia busco remedio para su mal y el boticario le preparó un emplaste que maquillaba su sarna, pero no la sanaba, así que el mal fue apoderándose de sus huesos hasta hacerlos frágiles y el hecho de ponerse en marcha cada madrugada cada vez era más dificultoso.

Ahora ya no disfruta con su oficio, porque ya no es un trabajo en el que volcar su ilusión, es una guerra, una terrible lucha contra la sequía, una incertidumbre que acongoja.

Una buena consejera (Rosy) le dijo un día que sería bueno que en vez de pasarse el día reivindicando debería de centrarse en ordenar su agenda en términos comerciales, y tenía mucha razón, pero amiga mía, la cosa dura lo que dura dura, y para los quiosqueros no hay Viagra patentada que anime el asunto. Así que nos contentamos consolándonos unos a otros, como deben hacer los colegas.

Arrieros somos y en el camino nos encontraremos. Falta definir quién va de ida y quién está ya de vuelta. Quiénes llegaran a su destino y cuantos se quedaran en el trasiego de despropósitos que el sistema nos impone.

Mientras "la cosa" está dura, el corazón bombea y la adrenalina fluye. Los sentidos se agudizan y el deseo de culminar mantiene la excitación, las ganas de conquistar y en definitiva la ilusión. ¿O es al revés? Y es la ilusión lo que la mantiene dura.

¡Vaya dilema!, Sin ilusión, sin píldoras azules ¿Qué mantendrá la excitación?

El pan nuestro de cada día, que a mi nadie me da, se transforma en mendrugos duros de roer y aun así lo saboreo porque es lo único que tengo. Y me contento, pero no sacia mi apetito.

Tiempo atrás, la gárgola empecinada y corrosiva no hubiese dudado en hacer borrón y cuenta nueva, cambiar de aires y embarcarse en una nueva aventura pero hoy las cosas no son tan sencillas. Ya no es joven y la artrosis se afianza en sus alas de murciélago, por eso no levanta el vuelo y sigue anclada al quiosco capeando como puede las interminables jornadas.

Es virtud de los jóvenes estar siempre dispuestos, a punto para cualquier lance, "duros" como el mástil de un velero. Y su ilusión capaz de arroyar a quién se interponga, por eso pienso que son ellos a los que hay que escuchar, preguntar y respetar porque son los que modelan el futuro y siempre van un paso por delante en cuanto a fantasía e ilusión.

No escuchar a los mayores, a veces es sano. Dejarse llevar por la inocencia siempre es sabio.

¿Es ésta una profesión para viejos? ¿Hay futuro para gente joven que quiera zambullirse en esta sacrificada elección? ¿Cómo haremos para que nos transmitan sus necesidades?, y nos planteen nuevas rutas a seguir.

Como os digo, la cosa dura, lo que dura dura, y el paralelismo entre la excitación y el objeto del deseo mantiene las vergas en alto el tiempo que haga falta. Solo sangre nueva, virgen y sin vicios puede encontrar la manera de desmontar los diques que no dejan fluir este río y lo estancan hasta putrefactar sus aguas.

A ellos, aún se les pone dura.

Nota: Como sé que más de un quiosquero se sentirá ofendido en su hombría quiero decirle que en este artículo nunca se habló de sexo. ¡Salud hermanos!

2 comentarios:

BANDOLERA dijo...

Ya te lo he dicho en ADI. Clavada en la silla....

Juanma dijo...

Miquel, ni un clon de mi alma lo hubiera reflejado con tanta exactitud como tú lo has hecho. Un saludo.