miércoles, 27 de octubre de 2010

MATRIUSKAS



La madera torneada resultaba cálida entre sus manos. A solas, en la intimidad de su taller, disfrutaba de aquel tacto pulido y sinuoso, emocionado por su creación.

A un lado buriles, virutas y cubiletes con esmaltes brillantes daban fe de un trabajo intenso y de una elaboración paciente dando forma a la pequeña figurita.

Ahora la miraba revisando cualquier desperfecto inadvertido durante el proceso y tras la inspección eran muchos los detalles en los que fijarse y que la hacían imperfecta. Aunque, a primera vista, el resultado era correcto.

Con suavidad desencajó las dos partes de la pieza, separándolas y del interior de la figura, mágicamente, apareció un clon de menor tamaño, que también revisó con detenimiento.

Tampoco esta era perfecta, distintas taras, otros detalles poco precisos y otros errores cometidos durante el modelado y que solo el ebanista podía ver. Aún así, la reconoció bella, hasta emocionarlo.

Igual que si destapara el estuche de una joya, separó las dos mitades de la muñeca y una nueva matriuska, más menguada esperaba ser contemplada por el maestro ebanista. Lista para pasar revista.

El artesano, absorto como estaba en su modelo, no se daba cuenta de que sus pensamientos se alejaban y con cada muñeca que posaba sobre la mesa, se ensimismaba un poco más, rescatando recuerdos de días vividos.

Las figuritas, siendo una sola cosa, eran distintas unas de otras y absolutamente irrelevantes si no encajaban con mediana perfección.

Cada linda muñequita escondía una década de la vida del carpintero. Cinco figuras diferentes y al mismo tiempo idénticas. Una dentro de la otra, dando alma a la siguiente.

Aquel objeto inanimado era la herramienta perfecta que reflejaba los pasos dados en su vida:

Del uno al diez, los primeros años de desconcierto y adaptación.

Del diez al veinte, tanto arrojo, tanta prisa por vivir...

Del veinte al treinta, tiempo en que la realidad golpea y muestra su verdadera cara.

De la treintena a los cuarenta, donde crees tener el control y los proyectos toman forma.

Y de los cuarenta a los cincuenta donde te das cuenta de que en realidad, las anteriores matriuskas, nunca aprendieron nada y todo sigue resultando sorprendente.

Mañana colocaría un tocón de madera en el torno, de un calibre mayor al de la última figura, y empezaría con su modelado. Si la suerte le acompañaba, al final del proceso, todas las muñecas anteriores, encajarían en el interior del nuevo recipiente.

Aunque sería parecida a las otras no conocería sus imperfecciones hasta que la última pincelada de barniz la hiciera rutilar bajo la luz en su estudio.

El maestro se sentía igual que una caja llena de cajas; cofres que contenían tesoros y esqueletos que en algunos momentos pesaban como el plomo y que en otros solo aportaban viento y luz, mareas y risas. Él, como las matriuskas llenaba su alma con su propia alma, era recio por dentro y pulido y delicado por fuera. Su propio principio. Su propio fin.

Hay noches, tiempos de reflexión, en que la vida nos devuelve la mirada y con una desfachatez insultante nos increpa a viva voz.


- ¡He! Pazguato *, ¿Sabes quién eres?

La muñeca debería contestar

- ¡ Por supuesto! ¡ Estoy llena de mí!

Septiembre 2010

*Pazguato: Simple, que se pasma de lo que ve u oye.

martes, 12 de octubre de 2010

UN DIA EN EL MUSEO



Después de visitar salas repletas de arte contemporáneo, hacíamos cola en la entrada de la nueva sala del edificio. Hacia poco de su inauguración y eran muchos los curiosos que se acercaban para ver la exposición de los últimos descubrimientos arqueológicos.

En un edificio en demolición, las excavadoras robotizadas se toparon con los restos de un yacimiento olvidado y los técnicos ordenaron detener las obras. Para su sorpresa, bajo un montón de escombros empezaron a aparecer diversos objetos y restos deteriorados de artilugios que no supieron identificar. Dada la magnitud del hallazgo las autoridades se hicieron cargo del emplazamiento y durante años una cúpula de plasma ocultó sus trabajos a las cámaras por control remoto de los periodistas. Así que nadie sabía que era lo que habían encontrado, lo que creaba una expectación acorde con el misterio.

Para asistir a la presentación hacía falta una acreditación especial, concedida con meses de antelación. Al llegar escaneaban las pupilas de los invitados con un lector de mano, y se les insertaba un sensor de localización en la yema del dedo, el efecto duraba solo unas horas y era inocuo para el organismo. Todos estábamos acostumbrados a las medidas de seguridad que percibíamos como un bien común, después de todo era obligatorio a partir de los ocho años estar inscrito en las bases de datos del departamento de Justicia y Hacienda. La vacuna era gratuita y se suministraba en las enfermerías de los centros de educación en cada inspección mensual. En unos segundos una enfermera itinerante aplicaba un inyectable por aire comprimido que alojaba un diminuto chip en el hombro de los niños, quedando identificados y conectados a los servicios centrales, de por vida.

Una vez pasados los controles de la entrada, una cinta transportadora desplazaba a los visitantes por un circuito programado por salas y auditorios. En cada sección regulaba su velocidad para hacer más placentera la contemplación de las obras y los autómatas guía se explayaban en explicaciones y proyecciones tridimensionales.

En aquel edificio, todo era espectacular. Su misma concepción era puro arte y todo estaba dispuesto para el disfrute de los visitantes.

La pasarela deslizante nos condujo a la última sala, la más esperada. Por fin, tras años de secretismo, los elegidos, contemplaríamos los tesoros que la tierra oculto durante decenios.

Iluminada con sobriedad, la nave, enfatizaba con focos dirigidos a unas urnas verticales, en un gran espacio vacío donde las distancias entre paredes se hacían imprecisas. Solo las vitrinas brillantes y tras ellas una pantalla gigante donde ver con todo lujo de detalles que misterio se exponía en cada receptáculo, amueblaba la estancia.

Un gracioso ciborg hacía de maestro de ceremonias y nos invitó a guardar silencio y con su voz sintetizada nos explicó que a pesar de haber realizado cientos de experimentos y todos los análisis conocidos, los expertos no habían hallado respuestas para algunos de los artefactos descubiertos durante la excavación, y de ahí el título con que se había presentado el evento. Museo de los Enigmas, bautizado por el comisario de la exposición, tal era la perplejidad que le causaban los objetos.

Y por fin, nos mostraron el primer tesoro.

Al principio no impresionaba, se asemejaba a una cajita sencilla, con dos agujeros que la atravesaban de parte a parte, y en su interior unas pequeñas ruedecitas dentadas parecía que tenían la función de arrastrar una cinta que ahora estaba enredada y colgaba como un despojo. Parecía tener unos hologramas o algo parecido impreso en su superficie y según la reconstrucción realizada por ordenadores se podía leer "Los Marismeños ", sin duda se trataba de un código o una referencia sin sentido para ninguno de nosotros. También se intuían en uno de sus lados "Cara A" y en el otro "Cara B".

Boquiabiertos seguimos mirando fijamente la pantalla y nos enseñaron el segundo objeto.

Éste era cilíndrico, aun más pequeño que el anterior. Parecía un cartucho pero una rendija lo cruzaba de arriba a bajo. También se descolgaba una cinta desde el interior pero esta era más ancha, más negra y estaba surcada por pequeños taladros en sus bordes. Algún tipo de mecanismo rotatorio en su interior le hacía el receptáculo perfecto para enrollar y desenrollar la cinta. Adaptándose a la curva de su contorno, otros símbolos desconocidos aparecían al forzar el contraste; " Kodak 100 ASA ".

Nos contaron que junto a aquella especie de casquillo también se encontró fragmentos de lo que en origen debía de ser una plancha circular, del tamaño de un plato grande y que tenía toda la superficie grabada por surcos milimétricos como en una espiral interminable. Reconstruyéndolo como un puzzle obtuvieron la mitad y dedujeron que en el centro había un orificio de menos de un centímetro desgastado por algún tipo de fricción. Aquí fue más difícil encontrar inscripciones, solo un rudimentario resto de tinta había resistido el paso del tiempo; "Donna Summers" y también, "Cara A". Los expertos sospechaban que también hubo una "Cara B".

La penúltima vitrina era la menos espectacular. Solo se veían un montón de fibras, y finas láminas de algún compuesto vegetal. Su color era como el del ámbar pero estaba moteado por diminutos puntitos negros y rectángulos oscuros. Cuando las cámaras hicieron zoom aproximándose, los puntos, resultaron ser letras y símbolos de distintos tamaños. Los cuadros que bordeaban los textos, eran imágenes difusas y no se podía distinguir nada concreto. Era el más delicado de todo lo expuesto y estaba al borde de la desintegración. Con sus extremos, chamuscados y roídos por los insectos, conservaba la parte superior, donde los signos de impresión eran más relevantes y los caracteres de mayores dimensiones. Y leí; "LA VANGUARD....", y un desgarro interrumpía la secuencia.

Me quede indiferente. Aquel pliego de legajos no parecía ser nada práctico, seguro que nunca tuvo utilidad alguna.

El que más me intrigó fue el último de los cachivaches. En su urna un tubo negro, más estrecho en un extremo que en el otro y con lo que parecían dos partes superpuestas. La superior estaba coronada con una incrustación blanca y era redondeada. El extremo inferior, acababa en punta con un casquete dorado. Separando las dos mitades un aro de metal amarillo guardaba otras inscripciones sin sentido. Mont Blanc.

¿Para que servía en su origen?, Nadie lo sabía. En realidad, aquella si que era la Sala de los Enigmas. Todo parecía rudimentario, ancestro, fuera de lugar.

Aquella noche soñé con grandes aventuras donde descubría tesoros y me internaba en las grutas del pasado. Los museos siempre son estimulantes.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

LA GÁRGOLA CERS - RESORT




(Inspirado en las pesadillas de Antonio Linares, de su columna CREARADICCIÓN, agosto 2010)



Hoy inauguramos por fin nuestras nuevas instalaciones y estamos convencidos de que va a ser un éxito. De hecho ya tenemos todas las habitaciones reservadas y algunos interesados en lista de espera.

Cuando iniciamos esta aventura volcamos todo nuestro entusiasmo en el proyecto, convencidos de que cuando se trabaja por el bien común la respuesta siempre es positiva. Aunque jugábamos con ventaja puesto que conocíamos la necesidad de nuestro programa de primera mano.

En LA GÁRGOLA CEDRS - RESORT, (Centro de Educación, Desintoxicación y Reinserción Social), solo hay una condición para aprovecharse de nuestros servicios: Ser quiosquero. Imprescindible ya que todas las terapias están orientadas a la desintoxicación y posterior recuperación de los cerebros dañados por años de desgaste. Aunque nuestras sesiones puedan ayudar a otros sectores decidimos especializarnos en los vendedores de prensa, pues nos pareció un colectivo que requería ayuda urgente.

Como no quiero que la ilusión por el proyecto embelese mis palabras, me limitaré a enumerar las actividades que hemos diseñado y que se anuncian en el tríptico promocional de nuestro centro. Veréis que algunas de las terapias son duras y que requieren mucha fuerza de voluntad, pero son la única alternativa si queréis volver a ser personas normales sin adicciones que os encarcelen. Nosotros ponemos los medios, vosotros las ganas de reinsertaros.

1er DIA: CV - CÁMARA VACIA. Horario: de 6:00 a 22.00 h.
La CV, es una estancia de 10x10 metros insonorizada y con una iluminación tenue que solo contiene un W.C. situado en el centro. Al paciente solo se le suministran bebidas isotónicas durante su permanencia en la sala y por unos altavoces integrados en el techo se programan sonidos acuáticos, como el de abruptas cascadas, grifos abiertos y ríos que fluyen burbujeantes.

En este ambiente insólito, el paciente podrá escuchar a su organismo y liberarlo de la tensión y la opresión de su vejiga. Cuando quiera, cuando el cuerpo lo pida, tendrá a su disposición un moderno excusado donde dejarse ir sin pedir permiso. Al mismo tiempo que toma consciencia de la existencia del vacío en un espacio diáfano donde mire donde mire, no le devuelve la mirada ninguna Hello Kitty impresa en cartones. También y no menos importante Belén Esteban no vigilará sus movimientos.

Al ser la primera fase, al terminar, algunos pacientes lloran desconsolados y dan mil gracias por el bien que les hemos hecho.

Otros, los casos más graves, se desmoronan y quieren abandonar la terapia. Así que para controlar su adicción los encerramos durante una hora en un cuarto minúsculo, lleno de paquetes que les impiden moverse. A modo de "descompresión" esta reclusión les ayuda a superar el trauma.

2º DIA: AULA DE EMPATÍA PROPIA Horario: de 9:00 a 12.00 h. y de 17:00 a 20:00 h
Supervisado por los mejores psicólogos, esta terapia grupal, ayuda al individuo a exponer sus preocupaciones por turnos. Por una vez, los demás escuchan en lugar de hacerle receptor de desgracias ajenas. Durante veinte minutos, el paciente explica a los demás que dolencia tiene, los problemas que le acucian y sus congojos personales y de su familia. Durante este tiempo, el quiosquero aprende que él también importa y recupera su derecho a la compasión. Por una vez se convierte en el protagonista y durante su turno nadie lo utilizará como esparring al que boicotear el ánimo a base de basura ajena. Así superamos el síndrome de "Máquina Expendedora" que cada cinco minutos tiene que soportar situaciones incómodas escuchando desgracias de gente que no conoce. A la afirmación de: ¡Es que yo estoy muy mal! ¡Usted no sabe lo mal que lo estoy pasando!
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Les enseñamos una consigna que los inmuniza frente a dichas agresiones gratuitas y con la que acabamos la clase: ¡No me importa una mierda!. Gritamos todos al unísono, ¡Yo también tengo un grano en el culo y quiero que se sepa!

El resultado es tan satisfactorio que los asistentes siempre nos felicitan y se van a descansar hasta la noche, donde les programamos una visita guiada por la residencia para que se sientan más a gusto.

3er DIA: AGENDA MUERTA. Horario: de 10:00 a 24.00 h.
Esta es una fase muy dura donde se apoya al residente con estímulos radicales y donde si no se cumplen los objetivos castigamos al individuo sin cenar.

Una vez abierta la agenda se pone a disposición del enfermo un teléfono con tarifa plana, con el objetivo de que restablezca relaciones con amigos y familiares con los que hace tiempo perdió el contacto. Para ayudarlos con la tarea les suministramos un planing mensual para que anote sus citas y organice los encuentros. Durante todo el tiempo que dura la sesión estará acompañado por especialistas del centro para asesorarle en el proceso de superar los miedos y descolgar el teléfono para llamar a gente que os olvidó, porque nunca podíais quedar. Al principio siempre están desmoralizados y algunos se niegan por miedo al rechazo. Como soporte, los abofeteamos hasta que descuelgan el auricular y marcan el primer número de la agenda.

4º, 5º y 6º DIA: VIVE LA VIDA LOCA Horario: de 24:00 a 7.00 h.
Este ejercicio se puede realizar en solitario aunque nosotros recomendamos organizar pequeños grupos de trabajo donde el equipo ayude a superar cualquier síntoma de debilidad.

Durante tres noches seguidas se les transporta al barrio con más ambiente fiestero de la ciudad y se les abandona a su suerte con un talonario de entradas a los lugares más bulliciosos de la vida nocturna.
Como auténticos supervivientes deberán superar tres noches de ocio desmedido, sin la acuciante amenaza del madrugón acostumbrado. Podrán beber, bailar y relacionarse sin mirar el reloj, del que les privamos, para controlar la hora de irse a dormir. También se recupera la sensación de ser un individuo normal, que compagina trabajo con diversión y ayuda a disipar el miedo a no levantarse a la hora.

Si alguno se hecha a tras o pasada la media noche se pone ñoño, el resto del grupo tiene permiso para insultarle llamándolo muermo y se le obliga a pagar las copas.

7º DIA: DUERMOTERAPIA Horario: de 6:00 a 12:30 h.
Para contrarrestar los efectos del desenfreno al que les conducimos.
El séptimo día, Domingo, el paciente es atado a la cama hasta el mediodía induciéndolo al sueño mediante sustancias secretas que lo mantienen en un placentero estado de letargo para evitar que se resistan a la imperiosa necesidad de levantarse después de escasas horas de descanso.

En el caso de que las rampas y los dolores musculares sean insoportables se concederá al paciente la oportunidad de cambiar de postura, eso si, sin levantarse hasta finalizar la sesión.

Transcurrida la primera semana de terapia se realizará una entrevista privada para valorar el estado real de cada residente. Se completan varios test que confirmaran el grado de desintoxicación y el resultado de las medidas de integración en la sociedad. Si la valoración es buena, nuestro centro, le invita a seguir con el tratamiento en una segunda fase. Donde esta prohibido bajo riesgo de expulsión, acercarse a cualquier publicación, ver cualquier noticiario y hablar de trabajo durante al menos un mes.

Solo optarán a las plazas aquellos residentes que previa analítica de sangre y orina estén completamente limpios de residuos de tinta en su organismo. La mala leche también se tendrá en cuenta en el momento de la selección.

En LA GÁRGOLA CDRS � RESORT tenemos vocación de servicio, y por eso programamos estancias personalizadas para casos especiales. Solo tienes que exponer tu caso a uno de nuestros operadores, que tras asignarte un código, rellenará tu ficha.

Para más información sobre tarifas y reservas consultar en:

www.lagargolaimpasiblecdrsresort/info.cuestionario/registro.com


Atentamente.
La dirección.

viernes, 10 de septiembre de 2010

LAS REGLAS DEL JUEGO



"A la memoria de todos los quiosqueros que se han visto forzados a cerrar sus negocios por no poder elegir un servicio adecuado a sus ventas."



En aquel sótano del barrio viejo de la ciudad, la humedad espesaba el aire intoxicado por las volutas de humo de habano que alguien saboreaba.

Cuando llegamos, mi padrino, se limitó a mostrarme una silla vacía frente a una mesa desnuda. La débil luz de la lámpara colgada sobre los muebles no llegaba a descubrir los rincones de aquel antro, pero bastaba para dibujar el rostro de un hombre silencioso que esperaba sentado en otra silla, al otro lado de la mesita.

Al fondo, desafiando la penumbra; brillos, sonidos y sombras que se desplazaban me confirmaba que había más gente que me observaba, pero al no verlos con claridad, me parecía un enorme monstruo con varias cabezas y múltiples brazos que se agitaban nerviosos.

Mi anfitrión puso su mano sobre mi hombro, sin afecto e hizo un gesto para que me sentara. Al hacerlo, el rostro del otro implicado quedó a la altura de mis ojos y nos miramos con curiosidad escudriñando más allá de las pupilas. No nos conocíamos, jamás nos habíamos visto pero en ese instante yo supe de él, y él de mí y nos comprendíamos sin lagunas, llegándonos al alma el uno al otro con un lazo perpetuo.

Un objeto entró en escena, algo negro, duro y metálico que dejaron sobre la mesa. El revolver había quedado con el cañón apuntando hacía mi pecho con un mal presagio poniendo a prueba mi temple. Respiraba nervioso, el momento se acercaba y aunque los acontecimientos se precipitaban, todo parecía pasar con lentitud, fraccionado como en los sueños.

El responsable del tugurio explicó con voz pausada cual eran las reglas de juego, y su voz rasposa y profunda, produjo un leve eco en la estancia.

Antes de que las circunstancias me llevaran a aquella situación de oscuro final, un tipo como yo, jamás pudo pensar en verse envuelto en tan terrible paradigma. Fueron los malos tiempos los que me arrastraron hasta aquella inusual escena. Meses de mala racha, medidas desesperadas que no solucionaron mis problemas, callejones sin salida que me conducían como en un laberinto en el que se ha olvidado el camino de vuelta hicieron que ahora me sentase frente a un desconocido que encontró otro laberinto que no supo descifrar. Y ahora, los dos, en silencio, escuchábamos las últimas palabras que enumeraban las reglas en las que se basaba el espectáculo de aquel circo romano.

En realidad, no hacía falta saber más que se trataba de: él o yo, del azar y de tenerlos muy bien puestos. Si todo salía bien, podría dejar el sótano y seguir con mi vida durante algún tiempo. Hasta el próximo encuentro.

Saber que mi oponente era quiosquero, como yo, que sus motivos eran parecidos a los míos y que lo que pasara aquella noche afectaría a sus allegados fuera cual fuera el destino que eligiera el proyectil del revolver, no me ayudo a empatizar con el tipo. La decisión estaba tomada y ya era tarde para echarse atrás.

Lo más sórdido de la velada era intuir como los espectadores se frotaban las manos y mostraban los dientes con grandes sonrisas de satisfacción. Ellos dirigían aquel teatro de títeres de abyecto libreto, donde solo sabían representar tragedias. En sus manos estaba la elección del bufón de turno que les distrajera la velada, quitándose dos problemas de una sola vez. Por un lado tenían un quiosquero menos y por el otro a un quiosquero acojonado que resultaría aún más sumiso. Ellos tenían tiempo y recursos para minar la moral de aquellos miserables con continuos avisos sobre sus intenciones. Hacía tiempo que ya no necesitaban una red de distribución como antaño, ahora les sobraban colaboradores. Así que idearon una fórmula de desgaste, acortando plazos de pago, obligando a asumir lotes de género obsoleto y rebajando comisiones con el fin de hacer inviable la gestión de sus subarrendados. De esa forma, con la paciencia de los lobos, desgastaban la moral de los elegidos sin tener que entrar en conflictos legales y dar explicaciones de cual era su intención real.

Si a pesar de todo, el quiosquero se resistía y seguía luchando, cumplía con los pagos, se mantenía callado y se aferraba a los contratos firmados, unos hombres de traje gris, le visitaban cuando estaba a solas con un ultimátum que debía zanjar la cuestión.

 Por cabezón, te has ganado el derecho de disfrutar de nuestros servicios, unos meses más.- Le decían sin quitarse las gafas oscuras ni aun dentro del local - Lo malo es que en esta zona sois demasiados y a nosotros con un solo vendedor nos basta, así que tendrás tu oportunidad, eso si tienes redaños.

Entonces le explicaban, de que trataba el juego, una trampa vil donde ellos no se ensuciarían las manos y que abocaba al desgraciado a una lucha final por su bienestar.

Enfrentándose a un semejante, en la penumbra de un lugar incógnito, en un combate desesperado por la supervivencia, la fortuna decidiría quién seguía adelante y quién no.

Para los capos aquello era un divertimento, al día siguiente celebrarían tener una preocupación menos que perturbara su rutina y con despreocupada malicia mandarían a los hombres de traje gris a visitar al nuevo candidato que amenizara sus noches de desenfreno. Tenían de sobras donde elegir y les convenía hacer limpieza, liquidar sus cuentas minimizando sus perdidas. Haciendo que otros se la jugaran por ellos.

Era mi turno, con mi garra de gárgola, sujeté la pistola y amartillé el percutor apoyándome el cañón en la sien. O él, o yo. En aquel barrio solo debía de quedar uno.

jueves, 26 de agosto de 2010

DURA, LO QUE DURA DURA



...Y después del éxtasis, si no hay amor, queda el vacío. Es como beber por beber o reír los chistes del gracioso de turno por compromiso. Las cosas hay que sentirlas, acariciarlas y sobre todo disfrutarlas, de lo contrario no solo no se aprovechan si no que te amargan la existencia.

El espíritu luchador e independiente de la Gárgola, difícil de domesticar durante décadas, encontró la horma de su zapato cuando se instaló en el quiosco. Pensaba que por fin su errática vida tenía un pequeño oasis donde establecerse y asegurarse el sustento. Como era su decisión no le importó encadenarse a horarios terribles que empalmaban días y días alejándole de la vida libertina que llevaba hasta entonces. No se amedrentó ante la dificultad y se mantuvo firme y autoritaria cuando las cosas se torcían, demostrando su talante dispuesto y siempre resolutivo.

Cuando algo no le pareció justo, se enfrento con quién fuese el responsable, exigiendo la pertinente rectificación. Apeló a organismos, alzó la voz y reunió aliados... Pero al final, siempre volvía sola a sus quehaceres, cada vez un poco más exhausta, y los años pasaron tan deprisa que cuando quiso darse cuenta la juventud le había abandonado, y aunque rica en experiencia su energía ya no era la misma.

Para colmo de sus males llegaron las vacas flacas (Según el libro sagrado siete años de penurias) y se dio cuenta demasiado tarde de que el abrevadero de su espíritu estaba casi seco.

Con urgencia busco remedio para su mal y el boticario le preparó un emplaste que maquillaba su sarna, pero no la sanaba, así que el mal fue apoderándose de sus huesos hasta hacerlos frágiles y el hecho de ponerse en marcha cada madrugada cada vez era más dificultoso.

Ahora ya no disfruta con su oficio, porque ya no es un trabajo en el que volcar su ilusión, es una guerra, una terrible lucha contra la sequía, una incertidumbre que acongoja.

Una buena consejera (Rosy) le dijo un día que sería bueno que en vez de pasarse el día reivindicando debería de centrarse en ordenar su agenda en términos comerciales, y tenía mucha razón, pero amiga mía, la cosa dura lo que dura dura, y para los quiosqueros no hay Viagra patentada que anime el asunto. Así que nos contentamos consolándonos unos a otros, como deben hacer los colegas.

Arrieros somos y en el camino nos encontraremos. Falta definir quién va de ida y quién está ya de vuelta. Quiénes llegaran a su destino y cuantos se quedaran en el trasiego de despropósitos que el sistema nos impone.

Mientras "la cosa" está dura, el corazón bombea y la adrenalina fluye. Los sentidos se agudizan y el deseo de culminar mantiene la excitación, las ganas de conquistar y en definitiva la ilusión. ¿O es al revés? Y es la ilusión lo que la mantiene dura.

¡Vaya dilema!, Sin ilusión, sin píldoras azules ¿Qué mantendrá la excitación?

El pan nuestro de cada día, que a mi nadie me da, se transforma en mendrugos duros de roer y aun así lo saboreo porque es lo único que tengo. Y me contento, pero no sacia mi apetito.

Tiempo atrás, la gárgola empecinada y corrosiva no hubiese dudado en hacer borrón y cuenta nueva, cambiar de aires y embarcarse en una nueva aventura pero hoy las cosas no son tan sencillas. Ya no es joven y la artrosis se afianza en sus alas de murciélago, por eso no levanta el vuelo y sigue anclada al quiosco capeando como puede las interminables jornadas.

Es virtud de los jóvenes estar siempre dispuestos, a punto para cualquier lance, "duros" como el mástil de un velero. Y su ilusión capaz de arroyar a quién se interponga, por eso pienso que son ellos a los que hay que escuchar, preguntar y respetar porque son los que modelan el futuro y siempre van un paso por delante en cuanto a fantasía e ilusión.

No escuchar a los mayores, a veces es sano. Dejarse llevar por la inocencia siempre es sabio.

¿Es ésta una profesión para viejos? ¿Hay futuro para gente joven que quiera zambullirse en esta sacrificada elección? ¿Cómo haremos para que nos transmitan sus necesidades?, y nos planteen nuevas rutas a seguir.

Como os digo, la cosa dura, lo que dura dura, y el paralelismo entre la excitación y el objeto del deseo mantiene las vergas en alto el tiempo que haga falta. Solo sangre nueva, virgen y sin vicios puede encontrar la manera de desmontar los diques que no dejan fluir este río y lo estancan hasta putrefactar sus aguas.

A ellos, aún se les pone dura.

Nota: Como sé que más de un quiosquero se sentirá ofendido en su hombría quiero decirle que en este artículo nunca se habló de sexo. ¡Salud hermanos!