lunes, 22 de febrero de 2010

TENGO UN PLAN



TEXTO: Miquel Farriol
LECTURA: Julián Gijón

Mi colega, el tipo del quiosco, se iba a poner como una furia cuando viera que faltaban varias piezas en el teclado de su ordenador y que tendría que proveerse de un nuevo "ratón" algo más resistente.

-¡Juro que intenté ser delicado!, pero estas máquinas no están hechas para durar.

Me conecte a Internet, buscando información sobre algunas personas que sabía estarían presentes en la reunión en la que representaría al librero y con las que me convenía conversar, y si eso no era posible, intentaría acercarme, saludarlos y brindarles una de mis mejores sonrisas.

Lo tenía todo calculado y bien pautado, pero convenía dar un repaso a cada uno de los diez pasos de mi plan maestro en busca de oportunidades.

Es sabido que el posicionamiento social muchas veces viene dado por la gente a quien conoces, cuanto más relevante, más cerca estas de ser participe de primicias políticas, sociales y de negocios, ampliando tus conocimientos y tu bagaje para tomar decisiones y ser eficaz frente a nuevas vicisitudes.

Ser el más informado seguro que me da ventaja.

La conferencia, a la que asistiré en pocos días, trata sobre el nuevo modelo de comercio que se aplicará en este nuevo año y donde de manera implícita se liberaliza la globalización de las grandes marcas y la implantación de superficies comerciales de miles de metros cuadrados y que hasta ahora, en Catalunya, regulaban los propios ayuntamientos otorgando licencias y terrenos según criterios locales. A partir de enero la cosa cambia y puede romper con el modelo tradicional de comercio de proximidad que conocemos.

Como veis, la reunión es importante, y en ella estarán algunos de los máximos responsables que deben tomar decisiones en los próximos días.

Mi primer objetivo consiste en indagar sobre esas personas que me interesan y averiguar el nombre y apellido de algunas de ellas, así como su profesión y su importancia dentro del engranaje. Memoricé una reverencia para cada uno de ellos y establecí una secuencia para el acercamiento. Siempre es de gran ayuda conocer a alguien del círculo al que utilizar como puente y pedirle que te acompañe a saludar a otros. Y yo ya era perro viejo.

En mi nuevo rol de gárgola salvadora, tenia que diseñar una buena presentación verbal, algo corto y específico, de no más de 20 segundos en los que se entendieran mis necesidades y lo que ofrecía.

Aquel era el segundo paso a fijar en la estrategia.

Después del saludo previo, modulare mi voz para que no resulte tan oscura y me presentaré:

-GÁRGOLA IMPASIBLE, responsable de expansión, encantado de conocerle, ¿Puedo hacerle una pregunta?-

El tercero de los puntos va ligado al anterior ya que se ejecuta al mismo tiempo.

Extenderé amigablemente mi garra, mirando a los ojos del invitado, con la mejor sonrisa ensayada durante horas en el almacén y que disimulaba mi prominente mandíbula haciéndome parecer interesado y agradecido de ser atendido.

Para aquella cita estaba decidido a llegar de los primeros, eso me daba la ventaja de actuar como anfitrión y no como un invitado que se tiene que acomodar lejos de los mejores sitios. Ganarte tu espacio desde los primeros instantes es primordial y ser el que recibe al resto de asistentes siempre da lugar a presentaciones y pequeños vínculos que conviene cuidar.

Una sala llena de desconocidos puede intimidar pero lo mejor es obligarte a circular he intentar reconfortarte acercándote a los grupos que veas más accesibles, seguro que en la reunión hay más gente en tu misma situación que agradecerán que te intereses.

Fin del cuarto punto.

El quinto apunte de este manual puede parecer banal, pero puede ser el más complicado.

 ¿De que hablaré con una persona a la que no conozco?

Si es posible evitaré los tópicos, pero sin forzar los temas, recuerdo que, en las presentaciones, es importante memorizar el nombre de quien estrechas la mano, el color de sus ojos, su profesión y sus expectativas y que estáis allí por un motivo común. Si muestro interés por saber más sobre las actividades o puntos de vista del extraño, deja de serlo.

Tengo poco tiempo para despertar interés. Temas como el tiempo, la crisis y las fiestas tienen poco recorrido y no conducen a ningún sitio. Intentaré ser más directo, pero sin ser agresivo.

Tantas vigilias en la cornisa, sin compañía, me sirven de entrenamiento para mantener la boca cerrada, y ser un excelente confesor, que escucha, empatíza y resuelve.

En esta fase, la sexta de la lista, subrayo el hecho de que a la gente le gusta ser escuchada y les reconforta poder explicarse y dar su opinión sobre lo que les preocupa. Por esa razón en este sexto punto estoy dispuesto a ser el más servil de los oyentes, dejando que sean los otros los que me aporten nuevas inquietudes. Yo por mi parte, realizaré mi propia lista de afinidades para cada uno de los nuevos conocidos.

Como en la quinta parte, el séptimo paso supone un nuevo esfuerzo. A aquellas alturas del evento ya debo de estar en situación de alejarme de las personas que más conozco.

En los días anteriores había visitado a mi peluquero preferido para que me rasurara las cerdas de la espalda, había pulido mis colmillos y bronceado mi acartonada piel para disimular el tono cetrino que te proporciona la luz lunar, y pienso que mi aspecto impecable, las muecas reconfortantes que el quiosquero me ayuda a perfeccionar y mi buena disposición para resultar empático serán suficientes armas para no despertar el rechazo habitual y con sutileza infiltrarme en los grupos claves, que fácilmente reconoceré por estar rodeados de el resto de gárgolas convocadas.

Ya he recogido las tarjetas impresas que pienso repartir entre los invitados, y aunque parezca pedante distribuiré cuantas me sean posible, sin escatimar. Con ello me aseguro que el octavo punto llega a buen término. Durante los días posteriores al encuentro muchos de los invitados seguirían recordándome, no solo por mis pupilas amarillentas o por que devoré los canapés con avidez ya que una simple cartulina con un logotipo a cuatro tintas me mantendría presente y tal vez, si se da el caso, decidieran llamarme. Del mismo modo, yo recogeré y animaré al resto para que me den sus propias tarjetas de presentación.

El noveno momento para aquella velada y después de haber hecho una buena prospección entre los invitados consistirá en "conectar" a distintas personas realizando presentaciones y acompañando a los interesados por la sala hasta otros grupos. Si acierto y hago una buena selección seguro que se sentirán agradecidos y por eso mismo me tendrán en cuenta en sus planes. La conexión entre redes sociales, el "Networking", siempre es una vía de dos caminos.

Y por fin, el décimo apunte de este decálogo. Si todo va bien, al acabar la noche, mi agenda de contactos estará bien nutrida y si afino la puntería, y estrecho las manos adecuadas, tendré en cartera algún compromiso que compensará todo aquella danza de muecas sutiles. Ahora ya solo me quedará cuidar esos contactos. Seguir nutriendo con aportaciones a la red, cumpliendo compromisos adquiridos, recordando fechas importantes y obligándome a hacer un seguimiento lo más amplio posible del resto de integrantes del grupo, para que ellos me tengan siempre presente, siempre a su lado.

Del uno al diez, un plan perfecto. Si no me salto ninguno de los pasos, en breve ganare un espacio en los círculos que me interesan. Tampoco es tan difícil, solo es parte de mi trabajo.

lunes, 8 de febrero de 2010

EXPLORADORES



TEXTO: Miquel Farriol
LECTURA: Julián Gijón

Esta es una de esas historias que nadie sabe si fue verdad o un canto de buhoneros que se ha transmitido a través del tiempo convirtiendo una realidad mundana en una historia épica llena de romanticismo.

Yo, la contaré como me la contaron. O como mi memoria la recuerda.

Los exploradores llevaban tiempo descendiendo por aquella angosta escalera que viraba siempre a la derecha en una estrecha espiral. El giro era tan cerrado que apenas podían ver un par de escalones antes de que la penumbra los devorara. La luz de sus antorchas se frenaba entre la curva de la pared y el techo que se hundía paralelo a los escalones.

Cuando emprendieron el viaje eran conscientes de que este iba a ser largo y tormentoso, y que el riesgo estaría presente en muchos rincones. Durante el trayecto, siempre fueron forasteros y como a tales, las gentes que encontraban a su paso, siempre les devolvían miradas de recelo.

Si caían simpáticos, algunas veces eran invitados a haciendas de algún personaje renombrado, donde despertaban curiosidad y se les veía como bufones divertidos y grotescos. Igual que una de esas cosas que produce rechazo pero que no puedes dejar de mirar.

Les ofrecieron tratos, consejos y acuerdos con el fin de aprovechar el vigor que los exploradores transmitían. Pero ellos siempre decían que había que ir más allá, tras las últimas montañas. Entonces los acuerdos se enfriaban y los consejos se convertían en coacciones, pues nadie estaba dispuesto a arriesgar su estatus y añadirse a la caravana de insensatos.

De vuelta al camino, los nómadas, afrontaban en soledad las penurias y calamidades con el mayor de los ánimos. Aunque algunos flaquearon y finalmente tomaron el camino de regreso a casa.

A pesar de la opresión que se respiraba en la escalera de caracol, los ánimos eran buenos y los hombres se motivaban unos a otros seguros de que el fin del descenso estaba cerca.

Según sus mapas y siguiendo las indicaciones de algunos funcionarios con los que tramitaron visados y permisos, allí estaba la morada de los Guardianes de la Llaves, Señores de los Cien Reinos que salvaguardaban el equilibrio y la armonía entre tierras fronterizas.

La gran sala se abrió de repente frente al primero de la comitiva, dejándolo aturdido.

Después del pesaroso descenso por la estrecha escalera, ante ellos, una fría estancia de medidas imponentes se mostraba intimidante.

Al fondo, ante los recién llegados, una tarima con columnas y cortinajes elevaban del suelo un gran escritorio tras el que se percibían siluetas acomodadas en tronos.

El portavoz de los viajeros se adelantó unos pasos, acercándose a la plataforma y se inclinó ante ella. En su corazón sentía un gran alivio, la grata sensación del trabajo bien hecho. Después de varios años de peregrinaje, aquel día, por fin, llevaría su mensaje a quienes podían propagarlo y darle sentido y cuando le otorgaron la palabra se obligó a mantener la calma para no atropellarse con su ímpetu.

Los Virreyes escucharon con la sonrisa torcida cada una de las propuestas, que antes, sus lacayos, ya les entregaran en varios pliegos de papiros.

Sabedores de las intenciones de los exploradores, les escucharon corteses, pero con una decisión tomada en cónclave secreto y que no estaban dispuestos a discutir. Así. Prudentes ante la posibilidad de que los forasteros se enfadasen y montasen un escándalo, o quien sabe, hasta una revuelta, habían planificado un cuidadoso plan para dividir y menguar sus fuerzas.

Cuando expusieron los términos del acuerdo, los viajeros se miraron confundidos, aquellos tipos eran listos, y se notaba que habían trabajado a fondo las cláusulas del contrato. En él no había fisuras y no dejaba márgenes para enmiendas ni peticiones. Lo más duro era que se cercenaba el mensaje principal por otro adaptado al gusto de cada uno de los Señores y se les aconsejaba que a partir de aquel momento dejaran de predicar sobre tiempos modernos y cambiantes y que fuera mejor que actuaran con discreción y que se acomodaran en un rincón del enorme salón. Allí estarían resguardados, seguros y bien alimentados.

El portavoz de los viajeros no se humilló ante los jueces del escritorio. Con voz pausada volvió a su alegato principal y a la libertad de propagarlo entre aldeanos y granjeros, entre gentes de bien que no tienen porque permanecer en la inopia. Y que son merecedores de recibir su parte de los recursos que los Jerarcas administran.

El resultado de su insolencia fue terrible, los Guardianes de las Llaves, ofendidos, les dijeron que allí ya no había sitio para ellos, que las cosas no iban a cambiar y que tomarían represalias para que nadie les apoyara ni les diera cobijo.

Decepcionados y exhaustos, los exploradores, volvieron la vista atrás. La angosta escalera se retorcía ante ellos como una negra boca que devoraba todo el esfuerzo realizado. Si regresaban, todo habría sido en vano y nada cambiaría en sus aldeas.

Tras la gran escribanía que se alzaba en el pedestal, un portón de gruesos tablones y ornamentos de hierro permanecía cerrado con un cerrojo. Los cortinajes y terciopelos que se descolgaban de las columnas casi lo ocultaban del todo, pero la trémula luz de los candelabros lo iluminaba en parte, llamando la atención de los viajeros que preguntaron a donde conducía.

 Nadie lo sabe.- Contestaron los apoltronados mecenas- No se debe abrir, siempre a estado cerrada.

 ¿No os interesa lo que se oculta tras estos muros?

 Puede ser peligroso. Los que llevamos tiempo aquí sabemos que no es conveniente jugarse el tipo sin tener unos buenos agarres que aseguren los dientes- Contestó el que parecía el Sacerdote Mayor- No es bueno provocar a lo desconocido.

 ¡Yo la abriré!- Se exaltó uno de los viajeros.

 Si lo hacéis os negaremos el derecho a volver. Estaréis solos a perpetuidad frente a lo que acontezca y no recibiréis ayuda, ni ningún tipo de compasión si los abismos se abren bajo vuestros pies. ¿Comprendáis lo que os digo? Si atravesáis esa puerta ya no podréis volver atrás.

Yo lo cuento, como a mí me lo contaron aunque, tal vez, solo sea un cuento de gárgolas o los delirios de un escribano caído en el olvido. En todo caso, la historia aún no tiene fin. Los viajeros, se dice que; abrieron la puerta, desoyendo las injurias de los Jefes de Sala y se encaminaron hacia un nuevo destino.

Aún hoy se recuerda como cuando les preguntaron por qué lo hacían. Contestaron.

 Somos exploradores.

lunes, 25 de enero de 2010

DE CINE


Fundido a negro y The End. Los violines acompañan a unos créditos interminables seguidos de agradecimientos que nadie lee, entre otras razones, porque soy el único espectador que ha asistido a la sesión.
En la puerta un simpático cartel prohibía la entrada a perros, pero no decía nada sobre espectadores o gárgolas. Y allí estaba yo, mas solo que nunca, sentado en la primera fila con las pupilas apunto de explotar demorando el momento de levantarme del asiento.

No me apetecía volver al quiosco, el dueño llevaba días en estado catatónico haciendo cábalas sobre su futuro. El negocio no marcha, y no parece que vaya a mejorar.

 ¿Y tú que harías? - Me pregunta, lívido de espanto, conocedor de antemano de mi respuesta.
 ¡Joder!, abandona.
 ¡Vete a la mierda, gárgola cabrona!

Me maldice aun a sabiendo que siempre le contesto lo mismo. Y yo me río a mandíbula batiente mientras ojeo la revista GADGET con las últimas locuras en tecnología de bolsillo, a cual más caprichosa.

Cuando compré el tiquet para ver la peli pensaba que tendría que abonar dos butacas, pues aunque puedo replegar las alas, estas, ocupan lo suyo. Pero la joven taquillera me dijo que no importaba. Total, iba a estar solo.
Tras dos horas de película, una sala para ciento cincuenta espectadores, sistema de luces, acomodador, cámaras, aíre acondicionado, mantenimiento y limpieza y muchísimos metros cuadrados de espacio vacío, las luces volvían a dar sentido a aquella desolación. — Otros que van contra corriente — Me dije, mientras abandonaba la sala de proyecciones aturdido por lo absurdo de aquel enorme montaje del que era único testigo.

Recordé entonces que hacía un par de noches acompañe a mi benefactor a una reunión un tanto insólita, donde comerciantes de diversos sectores y pequeños empresarios se encontraron en un bar musical para intercambiar impresiones sobre estos tiempos tan difíciles. Teniendo en cuenta que la mayoría no se conocía, la verdad es que el ambiente estuvo de lo más animado y pronto se organizaron distintos grupos de contertulios que se dejaban llevar y aportaban sus ideas, sus temores y algunas propuestas.
Los organizadores del evento no cesaban de “conectar” a los diferentes grupitos realizando presentaciones y animando a los asistentes a conocer más a fondo al resto de participantes.
Como todo estaba aderezado con un frugal catering y consumiciones a precio especial, la reunión tomo un cariz festivo y los asistentes confirmaron que lo habían pasado bien y que estarían encantados de volver, como estaba programado, el próximo mes.

Como siempre, el quiosquero, estaba metido en el follon de organizar todo aquello y también se sentía satisfecho, pues uno de los asistentes le ofreció contactar con ciertos miembros del Parlament de Catalunya. Nada serio, nada concreto, pero sí alentador ya que, de hecho, ya están tramitando los protocolos para traer de invitado a uno de esto Vips de la política a la segunda edición del COPA COMERÇ, que es como han bautizado a estos encuentros.

Lo que sí estaba claro es que las oportunidades hay que buscarlas, que los giros y cambios que da la economía te pueden pillar “en bragas” mientras te lamentas o puedes dejarte llevar por la corriente hasta aguas más tranquilas, aunque esto conlleve sacrificio, peligro y dedicación.
Los miedos se superan enfrentándose a ellos, nunca escondiéndose bajo la cama. Por esa razón conviene que salgáis de vuestros agujeros, os dejéis ver y al mismo tiempo conozcáis otras realidades para absorberlas. Seguro que desde ese mismo momento los mecanismos de vuestro cerebro se engranan de diferente forma. Aprendiendo.

La sinergia entre diferentes sectores de la economía son un campo por explorar y las últimas tendencias del marketing nos llevan por ese camino. Compartir para crecer, para evolucionar, para estar atento a las oportunidades y, llevado a terrenos más prosaicos, compartir para abaratar costes, para fortalecerse ante proveedores, para crear nuevas tendencias y adelantarse a los acontecimientos.

Aquel era el espíritu de COPA COMERÇ, vamos, lo que los eruditos llamarían NETWORKING y que alguien definió de manera magistral como – HABLAR DE TRABAJO, SIN TRABAJAR, Y SIN NINGUNA INTENCION DE HACERLO – (En realidad esta frase la extraje de las viñetas de una tira cómica).
Conviene estar atento y no esperar a que nadie resuelva vuestros problemas. Pedir socorro no sería necesario si hubieseis aprendido a nadar, pero os limitasteis a haceros los muertos y, como flotabais, fue fácil conformarse.
Ahora llega la tormenta y dando pobres brazadas solo conseguís chapotear sin rumbo en este mar de confusión. Que nadie se engañe por más tiempo, el sector se hunde como si llevara plomos atados al cuello y solo permanecerán a flote los más previsores, los que buscan, los que están dispuestos a cambiar. Lo triste es que esas virtudes están al alcance de todos, pero hay que estar predispuesto y dar ese paso al frente que tanto os cuesta y incorporar a vuestras rutinas nuevas perspectivas, que solo surgirán si buscáis la oportunidad ampliando vuestras opciones, en ocasiones, lejos de vuestra especialización.

En el próximo evento de COPA COMERÇ puede que tengan un invitado que dé prestigio a esta locura y eso ha sido posible porque buscaron la oportunidad, la persiguieron y finalmente la provocaron.

Mientras dejaba a tras la sala de proyecciones un taciturno azafato me entregó un folleto donde se anunciaba la retransmisión de un partido de fútbol en sus instalaciones. ¡Vaya sorpresa! Pero, el fútbol y el cine ¿no eran enemigos irreconciliables?

Las oportunidades existen. Seguro que si le ponéis imaginación las cosas os irán de cine.

martes, 5 de enero de 2010

MÁS PECADOS



Cuando se habla de "vendedores de prensa" me sorprende que solo se piense en profesionales que estén en la vía pública y regenten un quiosco de concesión administrativa. Y así debe de ser en muchos lugares, pero no son los únicos.

Desde que me dedico ha esto he visto como, al menos en esta ciudad*, las cosas se complicaban y no por falta de dedicación de dichos vendedores.

Os contaré que en un periodo de 15 años se ha pasado de 140 puntos de venta a 85 y que ninguno, repito, ninguno está en la vía pública. Los supervivientes que aguantan, lo hacen en locales comerciales y TODOS los que se abrieron en grandes superficies, también han desaparecido.

Por el contrario las gasolineras han incorporado mayor oferta y son un firme competidor que abre 24 h. al día.

Muchos de los que resistimos y mantenemos la exposición de prensa y revistas, nos hemos visto obligados a adaptarnos a las exigencias de los editores que utilizan "La concesión de sus servicios" aprovechando que, si te dedicas a esto, no tienes más remedio que asumir nuestro poco poder de decisión.

Ni siquiera somos franquiciados, solo ESTIMADOS COLABORADORES, y bajo la premisa de o lo tomas o lo dejas aprietas los dientes y te dedicas a recortar cupones, recoger cartillas, realizar reservas y administrar facturas interminables que aterrorizan cualquier contable profesional.

No es justo que en las negociaciones que se realizan para mejorar el sector no se tengan en cuenta otras realidades, y se piense que por no ser un quiosco al uso, ya no se es quiosquero.

Y todo eso sin recibir ningún ingreso extra en concepto de publicidad, solo por ceder espacios o exponer logotipos.

Nadie es quiosquero por casualidad. Cuando alguien decide emprender un proyecto en este sector lo hace consciente de las condiciones, márgenes de beneficio, costes de portes si los hay y el método que sigue cada distribuidor. Otra cosa es que, después, se cumplan o varíen los acuerdos firmados. Si alguien piensa que es un negocio fácil peca de ingenuo y tiene los días contados.

Un vendedor de prensa lo es en un quiosco o en un local comercial si su supervivencia depende en un 80 % de la venta de publicaciones, y es un pecado tener dos visiones paralelas.

Y puestos a pecar podemos seguir mirándonos el ombligo maldiciendo nuestra mala suerte y creyéndonos el centro de todos los males. Exigiendo mejoras para un sector que no se define y que compite de forma malsana con los que deberían ser sus mejores aliados.

En realidad es un pecado intentar salvar el culo de forma individual. Una vez más prevalece el egoísmo y la poca proyección de vuestra estirpe.

Al final La Gárgola va ha tener razón y sí que nos parecemos.

*(Terrassa, Barcelona, 240.000 habitantes)

 240.000: 85 = 2.823 clientes x punto de venta.
 Por target de edad el 40% de 2.823 = 1.129 clientes objetivos.
 1.129 x 20% consumidores de prensa y revistas. = 225 clientes
 Con 225 clientes ¿Puede sobrevivir un punto de venta que depende en un 80 % de los beneficios que genera con la venta de publicaciones? ¡JA!

En Terrassa somos 85 vendedores y está claro que sobramos más del 30 %. Es otro pecado no darse cuenta de que si esas cifras se cumplen, las ventas no descenderán, los distribuidores lo tendrán más fácil y los editores ajustaran una producción que hasta hoy siempre fue desorbitada. Todos contentos, Todo más ajustadito a la realidad.

Miquel Farriol (con el permiso de La Gárgola)

jueves, 24 de diciembre de 2009

MÁS ALLÁ DE SUS NARICES


Tenéis razón en ver en mí a una amenaza. Soy vuestro peor enemigo. Vuestro lado oscuro.

En tiempos de escasez, cuando las cosechas no son buenas y las expectativas inciertas, los humanos, como las gárgolas, acentúan su sentimiento de posesión y los hacen más ariscos y menos receptivos.
Cuando en un territorio de caza empiezan a escasear las piezas no sirve de nada aumentar las batidas ni preparar nuevas trampas, simplemente porque ya no hay nada que pueda caer en nuestras redes. Se impone una migración a nuevos pastos y por tanto un abandono de posesiones y entornos conocidos. Eso o empezar a compartir recursos en busca de otro modus vivendis.

Lo malo es que yo soy incapaz de controlar mi apetito y cuando me rugen las tripas, mis garras se afilan y la saliva me chorrea por la barbilla.

Para obtener resultados en cualquier cuestión que ataña al futuro es primordial establecer un plan ajustado a la realidad y no dejarse llevar por la ansiedad. Todo tiene su proceso y su por qué y como en la física, cualquier acción conlleva una reacción y un resultado.

Los humanos ya deberían de haber aprendido que se necesitan unos a otros y que del trabajo conjunto depende su supervivencia, pero hacen oídos sordos a cualquier propuesta que no incluya un beneficio inmediato que sea palpable y repercuta en su propio enriquecimiento.

Cuando surgen propuestas que generalizan, refiriéndose a un sector concreto de población, o a un determinado colectivo de trabajadores, o a un sistema asociativo, lo primero que se os viene a la cabeza es:

- Y yo ¿Que saco de esto?

La verdadera cuestión es:
Que estas dispuesto tú ha hacer para mejorar la situación. Cual va a ser tu umbral de sacrificio y si puedes aportar, con tu trabajo, algo a esa propuesta.

Todas las épocas han sido testigo de cambios radicales en cuestiones sociales, tecnológicas, ambientales y religiosas y sobre todo en cuanto a los medios de comunicación. Hoy es más fácil que nunca trasmitir conocimientos e inquietudes y que vuestra voz llegue, instantánea, a un número infinito de receptores. Pero sois tan voraces como yo y el miedo a percibir una porción de la carroña menor que otros comensales hace que, a empujones, revindiquéis vuestro derecho a la carnaza antes de cazar la presa.
Es una buena forma de ir tirando. Pisando fuerte, sin mirar atrás. Aplastando cabezas, si es necesario, para destacar de entre los demás. ¿Por cuanto tiempo?

Más allá de vuestras narices, de vuestros problemas, de vuestras circunstancias, siempre hay otro camino que recorrer y es mejor no hacerlo en soledad.
Sabiendo invertir se obtienen resultados. Invertir en tiempo, en solidaridad, en procesos que refuercen lazos y catalicen los temores para hacerlos más suaves. Invertir en paciencia para que las propuestas lleguen a su objetivo. Invertir en confianza en los demás y librarse de envidias que en muchas ocasiones solos son el resultado de vuestra propia incompetencia.

Más allá de vuestras narices existen personas, compañeros vuestros, que con mejor o peor fortuna llevan adelante sus vidas pero que, además, trabajan para el colectivo con el objetivo de una mejora conjunta.

Oigo sin parar palabras como crisis, descenso del consumo, inflación... y todos ponéis el grito en el cielo y os rasgáis las vestiduras mientras exigís responsabilidades, pero no os veo salir de vuestra cueva. Porque, solos, sois cobardes y teméis que los monstruos acaben con vosotros.

Os confesaré que lo único que tememos los monstruos es enfrentarnos a alguien que sepamos superior, y vosotros, en conjunto, sois mucho más poderosos que cualquiera de los Titanes con los que me crié.

Si os alegraseis del éxito ajeno, si compartierais vuestras experiencias y disfrutaseis de las que otros os aportan, tal vez, y solo tal vez, tendríais una posibilidad de supervivencia, de lo contrario solo os queda el fuego del averno, al que, con gusto, os guiaré si me lo piden.

Más allá de tu nariz, mucho más cerca de lo que crees veo oportunidades que se escapan por no querer compartir, por no arriesgar ni tan solo un poco, por no querer darse cuenta de que hay soluciones que solo se encuentran sin pensar en uno mismo.

Tenéis razón en ver en mí a una amenaza. Soy vuestro peor enemigo. Vuestro lado oscuro. Un ser tan egoísta, que se creé autosuficiente.